Desde 1949, año en que llegó clandestinamente a Argentina, y hasta sumuerte en 1979, Josef Mengele, bajo otros nombres (pero por un tiempocon el suyo), se escondió, o vivió «discretamente», en Argentina,Paraguay y Brasil. Sostenido económica y moralmente por su familiadesde Alemania o por oportunos «protectores» filonazis, y protegidopor Perón y Stroessner (entre otros), el médico que en Auschwitzcometió atrocidades sinnúmero nunca fue detenido ni juzgado, a pesarde que lo buscaban el Mosad y Simon Wisenthal. Soberbio, vanidoso yconvencido hasta el final de haberse sacrificado por Alemania y lahumanidad, el llamado Ángel de la Muerte trató de llevar una vidacorriente (casarse, tener hijos, trabajar), e incluso regresó en dosocasiones a Europa, hasta que se convirtió en un claustrofóbicoprisionero de sus propias esperanzas.El relato frío, preciso y esclarecedor de sus pasos hasta el fin desus días, y de todas las complicidades personales y políticas queexplican por qué nunca pagó por sus crímenes, dibuja un retrato muydifícil de olvidar.