Keiko Furukura tiene 36 años y está soltera. De hecho, nunca ha tenido pareja. Desde que abandonó a su tradicional familia para mudarse aTokio, trabaja a tiempo parcial como dependienta de una konbini, unsupermercado japonés abierto las 24 horas del día. Siempre ha sentidoque no encajaba en la sociedad, pero en la tienda ha encontrado unmundo predecible, gobernado por un manual que dicta a los trabajadores cómo actuar y qué decir. Ha conseguido lograr esa normalidad que lasociedad le reclama: todos quieren ver a Keiko formar un hogar, seguir un camino convencional que la convierta, a sus ojos, en unaadulta.Con esta visión hilarante de las expectativas de la sociedad hacia las mujeres solteras, Sayaka Murata se ha consagrado como la nueva voz de la literatura japonesa.