Posiblemente, a lo largo de la historia de la humanidad, no seencuentre otra figura que haya atraído tanto la atención de loshistoriadores como Cayo Julio César (100-44 a. C.). Su extraordinariay fascinante personalidad como hombre y su envergadura y genio comomilitar y político lo justifican plenamente. César luchó por imponerel dominio universal de Roma con un mando único, fuerte eindiscutible, y marcó una línea irreversible hacia una estructurapolítica de signo monárquico, pero con unas instituciones de cortedemocrático. Su asesinato en los idus de marzo le impidió consumar omás bien, consolidar su objetivo, pero le dejó el camino prácticamente andado a su heredero Cayo Augusto. Prueba evidente del reconocimiento y admiración que despertó entre sus contemporáneos fue que todos sussucesores en el mando supremo de Roma ostentaron el título de «César».