Esta historia sencilla es, en realidad, una historia complicadísimapese a su brevedad, una novela policíaca siciliana con fondo de mafiay droga, aunque jamás se nombra ni la una ni la otra. Todo empieza con una llamada telefónica a la policía comunicándole el aparentesuicidio de una persona. A partir de ese momento, de repente, lahistoria va creciendo, se dilata, se embrolla sin dejarnos ni uninstante de reflexión. Ante la proliferación de los hechos, no sólonosotros, los lectores, sino también el único personaje -el inspector- que en la novela busca la verdad, nos vemos llevados a activarnuestros reflejos en el mínimo tiempo posible, tiempo que puedereducirse, como en una de las más memorables escenas de la novela, auna fracción de segundo. Este es tal vez el riesgo extremo que seconcede a un autor de la talla de Sciascia que siempre, hasta un mesantes de su muerte en 1989, cuando entregó este libro a su editoritaliano, se obstinó en «sondear escrupulosamente en las posibilidades que quizá todavía le queden a la justicia».