Gibraltar, Ceuta, Melilla, Andorra, Olivenza, Llívia o Rihonor deCastilla forman pequeños territorios frontera en los confi nes deEspaña. Extraños, marginales y, algunos, insignifi cantes, en ellos se resumen y agrandan los conflictos y los dilemas nacionales. Todostienen en común su anacronismo, su vocación de lugar molesto queestropea la armonía de los mapas. Son rescoldos fríos de un país hecho de guerras civiles desde las primeras imaginaciones romanas y quesiempre se quiso frontera.Sergio del Molino nos lleva a pasear con él por estos enclaves enbusca de razones para la convivencia en un momento en el que a muchosles cuesta encontrarlas.