Para Marc Chagall (1887-1985) la pintura era un intricado tapiz de sueños, cuentos y tradiciones. Con su vocabulario visual, reconocible al instante, Chagall se forjó un lugar único en el arte de principios del siglo XX y fue, a menudo, identificado como una de las primeras expresiones de nuestra experiencia psíquica.Los lienzos de Chagall se caracterizan por sus pinceladas vagas, sus colores profundos, su particular inclinación por el azul y un repertorio de tropos recurrentes entre los cuales figuran músicos, gallos, azoteas, flores y amantes que flotan en el aire. Rebosantes de encanto etéreo, sus composiciones solían estar plagadas de referencias complejas. En ellas combinó no sólo los colores y las formas, sino también sus raíces judías con su experiencia parisiense, las expresiones de fe con los gestos de amor, los símbolos de esperanza con los testimonios del trauma.Esta fiel introducción al artista indaga en las múltiples versiones del rico vocabulario de Chagall. A través de escenas de nacimiento, amor, matrimonio y muerte, valiéndose de imágenes de la torre Eiffel o de escenas de Vítebsk, su ciudad natal, esta obra rinde homenaje a la estética única, tan elegante a la vista como atractiva a la imaginación, de uno de los más reconocidos maestros de la modernidad y uno de los artistas judíos más influyentes de todos los tiempos.